martes, 2 de febrero de 2010

LOS TRANVÍAS DE MULAS VISTOS POR RAFAEL LAFFÓN



Rafael Laffón, el exquisito poeta sevillano que fundó el grupo "Mediodía" junto a Alejandro Collantes, Joaquín Romero Murube, Eduardo Llosent, Juan Sierra y Rafael Porlán, que fue Premio Nacional de Poesía en 1954, y que vivió en Triana (Betis, esquina a Arfián), nos cuenta magistralmente las vivencias que gozó del tranvía, a pesar de la parquedad de años que tenía, en su hermoso libro "Sevilla del buen recuerdo".

Para significarnos con toda clase de detalles cómo eran aquellos tranvías legendarios, no hemos encontrado mejor documento que estos recuerdos, siempre vivos, de este poeta tan intimista. Ésta es su auténtica y vivida historia:

"Mi júbilo mayor en esta triste vida de que ya iba sabiendo -mi júblio y mi tortura al mismo tiempo- era el viaje en tranvía de mulas desde Triana a la Plaza de San Francisco. Me llevaban a la parada, en la confluencia de San Jacinto y San Jorge, más o menos donde cantaba sus viejas glorias, dignas de don Serafín Estébanez Calderón, aquel tabernáculo apodado El Berrinche, último baluarte del "monte, salto y camonina", de los tahures, que escribiera con gracia el inolvidable Rafael Porlán. La elevación sistemática de la rasante de calle San Jacinto, suavizando la rampa trianera del puente había sumido al mugriento y fético Berrinche en una especie de foso lóbrego y estrecho, los balconcillos derrengados, al alcance de la mano del transeúnte de la calzada.
Me llevaban, pues, al "riper", y yo tomaba posiciones, a ser posible, en su primer banco, para no perder el ripio de la maniobra. Después de media hora, "o así", el coche rebozaba... Había de reforzarse el tronco de mulas para afrontar la subida del puente. Ello era de reglamento. Entonces salía "Barriga", mozo de cuadra de los "ripers" -un vejete pequeñín y fofo, de abdomen que hacía honor a su apellido, provisto de unas oscuras vivencias de uniforme-, y desde El Berrinche pasaba a una covacha, poco más abajo, en los primeros portales, sacando de ella al espléndido "Pujavante". ¡Qué enorme pecherón alazano, de larga crin amarilla, ancho y poderoso como una locomotora! Quedaba enganchado al flanco de una de las mulas, formándose una "triga" a la romana. Chasqueaba el látigo, y el coche comenzaba a remontar el puente con lentitud y duro esfuerzo, afianzando los cascos las caballerías. Cuando culminábamos el puente, el tranvía paraba, Barriga desenganchaba a "Pujavante" y volvía con él a su cuadrita..."

¡Qué hermosos recuerdos los de Rafael Laffón sobre aquellos antiguos ripperts!

A su preciosa vivencia, sólo añadiremos, como simple dato anecdótico, el que recogió "El Liberal", el 20 de julio de 1902, diciéndonos que durante esa madrugada se celebraron pruebas de resistencia en el Puente de Triana, para comprobar las obras de refuerzos en él realizadas con objeto de cambiar el lento tranvía de mulas por el servicio, cómodo y rápido, de los nuevos tranvías eléctricos. El tranvía de mulas, con esta nueva concesión, pasó a pertenecer ya a la Sevilla del recuerdo, esa Sevilla del buen recuerdo, de la íntima nostalgia, que nos perpetuara para siempre el poeta sevillano.

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