viernes, 22 de enero de 2010

TRIANA PUNTO Y APARTE: GABRIEL SÁNCHEZ "GASÁN"

Esta vez, él ha sido el cazador cazado. Por fin lo logré. Se lo merecía. Tras llevar toda su vida sin que se le escape ni un sólo rincón de Triana, ninguna de sus calles, sus celebraciones, sus hombres y mujeres y niños, sus bautizos, comuniones, bodas y lutos, ya era hora de que me tocase a mí rendirle este pequeño homenaje.

No nació en Triana, pero es más trianero que el león del puente que marca el nivel del río. No nació en Triana, pero la ha retratado tantas veces que sus ojos son la mejor guía turística para conocer todos sus perfiles: la historia de anteayer, de ayer y de hoy, y como se cuida, ni fuma ni bebe, la de mañana y la del siglo próximo.

No hace falta que diga el nombre de este murciano nacido en la localidad de Santa Cruz, porque sólo un ciego, o aquellos que aún no se han quitado las legañas, o no salen a la calle por culpa del reúma, no sabrán quién es Gabriel Sánchez Sánchez, más conocido por "Gásan", desde El Patrocinio a Los Remedios, desde la Vega hasta El Altozano. No hay geográfo trianero o foráneo que conozca mejor que él los cuatro puntos cardinales del barrio.

Ya quisieran muchos nativos profesarle al arrabal el amor que él le tiene desde que llegó a nuestras lindes el año 1957, quedándose para siempre. Y ya quisieran muchos -incluído yo- tener esa humanidad que profesa, esa capacidad de trabajo incansable -sin hacerle falta alguna-, esa sonrisa franca a la que no combaten ni soles ni tempestades.

Lo conocí el año 1966, cuando, aprendiz de escaparatista, le montaba su pequeña vitrina de cámaras y carretes "Kodak" y él, a cambio, me invitaba a unos berberechos -que aún recuerdo exquisitos- en el bar Duero, frente a su local. Nuestra amistad se fue conformando con el tiempo, hasta hoy. Por él, como por todos, pueden pasar los años, pero jamás la ilusión. Lo ves alegre, corriendo para que nada se le escape de esa noria siempre girando que es Triana. No hay acontecimiento, por muy humilde que sea, donde no esté presente con su cámara para dejar perpetuado el recuerdo en la futura historia, recuerdos de los que tendrán que beber las futuras generaciones que quieran acercarse a su conocimiento más profundo.

Él, en su gran dadivosidad, cuando yo era un joven de 17 años que todo lo quería aprender, fue el que me enseñó los muchos secretos del revelado fotográfico, las composiciones, las veladuras y los efectos que podían conseguirse; fue el que, pacientemente, me inició a saber manejar aquella cámara "Verlisa" que con tanto sacrificio me había comprado mi padre; y, en su más que demostrada generosidad, Gabriel hasta me regaló una ampliadora para que fuese soltándome en el manejo del mundo fotográfico y con ella los líquidos de revelado, los fijadores, el papel... De lo mucho o lo poco que sé de esta materia él tiene la culpa, él fue mi maestro particular.

En 43 años de amistad, jamás hemos tenido un roce, un comentario salido de tono o una palabra más alta que la otra. Nos queremos en la presencia y en la lejanía, y sabemos que siempre estamos dispuestos el uno para el otro. El 19 de octubre lo ví ahí, subido en una pequeña escalereta para divisar mejor un río humano que subía por San Jacinto protestando contra la peatonalización de esta arteria. No perdí ocasión, esta vez tenía que ser él el auténtico protagonista, el cazador cazado, como decía al inicio de este breve homenaje.

¡"Gasán", el gran "Gasán", el bueno de mi amigo Gabriel!



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