
Por mucho que pensemos eso de que todos somos mortales, jamás podemos hacernos a la idea de una desaparición cuando es un amigo tan cercano el que se mete, llamado por Dios, en el bosque de las sombras.
Ayer mismo pudísteis ver su nombre y el de su mujer, María Rosa, en las páginas de este blog, cuando una imagen de "El Pele", captada por él, nos acercaba al paraíso de los duendes. Hoy, su nombre me hunde junto al de tantos momentos que compartimos en aquella "Fonda del 8" que era mi casa de la calle Alfarería; en los tablaos de cientos de festivales; en los escenarios de los teatros y en las fiestas íntimas de Triana, Los Palacios o Villanueva del Ariscal; en los prolegómenos de "El Compás del Cante" y en sus fiestas de entrega; en los consejos de redacción de "Sevilla Flamenca"; en los paseos de la Velá de mi barrio...
Tuvo que ser entre en los primeros años de los 80 cuando alguien les recomendó que me visitasen y, como siempre he hecho con todo el mundo, los atendí, les presenté a mis amigos, los incluí en los círculos de ese flamenco que tanto les apasionaba y ahí comenzó para ellos una vida que con tanta inteligencia y trabajo labraron.
Unas veces juntos en estrecha colaboración, y otras en solitario, Carlos Arbelos y María Rosa Fiszbein dieron lo más granado de sí mismos a este mundo Flamenco que tanto les debe. Carlos era apasionado, trabajador incansable, con una imaginación sin límites, niño eterno que ha dejado su cuaderno de apuntes, sus cámaras y su amplia sonrisa en el heno invernal de una almohada...
Sus obras, sus exposiciones, sus muchos premios y libros: Matices Flamencos, El Flamenco contado con sencillez, Sinmisterios del Flamenco, Historia de la fotografía flamenca, La Memoria de Mariquilla..., estarán siempre con nosotros, enseñándonos, como su imagen de hombre bueno, amigo de esos amigos que esté donde esté siempre estaremos con él, recordándolo y amándolo, desde lo más profundo de nuestros corazones.
Con María Rosa, con sus familiares y amigos, quiero compartir hoy la imagen amarga de su ausencia. En esos llantos, imposibles de dominar, va una lágrima mía por los surcos.
Querido Emilio: me acabo de enterar por tu blog de esta triste noticia. Llevo varios días muy liada con el trabajo y no he podido verlo antes. Qué fatalidad.
ResponderEliminarEstuve con Carlos hace poco, bueno, hace unos meses, justamente en Mayo, el día 7, del año pasado, cuando, con ocasión de impartir mi ponencia en el Congreso de Caracol, estuvieron él y Paco Sánchez haciéndome unas fotos y también unas grabaciones para no sé qué medio o qué libro.
Carlos era siempre muy amable conmigo. Lo conocí en Sevilla Flamenca y, aunque la revista desapareció y nuestras reuniones dejaron de existir, tuve contacto con él de vez en cuando, porque me mandaba algún libro o nos cruzábamos algún comentario por motivos diversos.
Me parece una gran pena. Envío desde aquí, desde el blog de Emilio, un abrazo muy fuerte a María Rosa y a toda la familia de Carlos.
Descanse en paz.
Hace un par de horas he estado hablando con María Rosa y me he ofrecido en todo lo que nosotros podamos ayudarle. Lo de Carlos ha sido una gran pérdida. El día antes de su muerte le había enviado un correo para preocuparme de su estado de salud, porque Paco Sánchez me había dicho que estaba ingresado.
ResponderEliminarRecemos por él.
Creo que las personas que estuvimos relacionadas con Sevilla Flamenca deberíamos reunirnos y hacerle a Carlos una despedida. Recordar a las personas que han trabajado con los mismos objetivos que nosotros, siempre es importante. No tiene que ser nada ostentoso, sino sencillo y de corazón. Espero que Emilio y Manolo, que eran los codirectores de la Revista, puedan conducir esta idea. Por supuesto, contáis conmigo para lo que pueda contribuir.
ResponderEliminarDe paso, también se podía hacer un bonito recuerdo a Manolo Ríos Vargas, a Pepe Hurtado y a Paco Cabrera. No sé, yo me siento en deuda con todos ellos por todo lo que aprendí en aquellos años.
La idea, como todas las tuyas, no puede ser más genial. No tengo el correo de Manuel Herrera para ponerme en contacto con él. A veces, las distancias producen los olvidos. A mí, como sabes, se me dan bien estas cosas de aglutinar a las personas queridas. En Triana hay muy buenos sitios, que tanto le gustaban a Carlos y a María Rosa. ¿Por qué no citarnos un mediodía en el bar Bistec, a la sombra de mi torre cobalto, en el que tantas veces pasamos ratos de tan grata amistad?.
ResponderEliminarSería un buen momento, como dices, para ofrecerles una misa y un homenaje íntimo a cuantos hicieron posible el nacimiento, la juventud y madurez de "SEVILLA FLAMENCA", en la que tantos, tú entre ellos, nos dejamos la piel y el dinero.
Un abrazo: Emilio